Cuento
Por Atenógenes Blanco Malabet, 1996
El Laberinto

Tom era un ingeniero de la Universidad de Colorado, a diferencia de sus compañeros de promoción era de estatura baja, casi enana,con unos lentes enormes y con su cara de niño inocente llena de pecas. Parecía pariente cercano de Tom Sawyer o de Huckelberry Finn, personajes a quienes admiraba hasta el delirio y que si no hubiese escogido la carrera de Ingeniero de Minas, gracias a los consejos amorosos de su tía Polly, hubiese imitado aún en su edad adulta sin temor a que se burlasen de él o hiciera el papel de tonto o de desubicado en el tiempo y en la realidad.

Nunca lo tenían en cuenta sus compañeros de promoción para nada distinto a pedirle ayuda en los intrincados problemas de matemáticas que tenían que resolver a diario aunque Tom siempre deseaba que lo invitaran a las francachelas que a menudo se organizaban con las alumnas de la universidad vecina y en las que Tom, en las pocas veces que pudo asistir, mostraba un sentido del humor ramplón y sin originalidad alguna por lo que no había muchacha, por fea que fuese que aceptase al desagradable cometido de ser la pareja de un muchacho, tan, según ellas, repulsivo.

Cuando se graduó ya tenía acumulados en su corazón varios años de frustraciones y rencores que inconsciente pero paulatinamente transformaron a Tom en un hombre burlón, pragmático y un tanto cruel, pero sobre todo en un hombre que desarrolló un concepto de superioridad muy a su manera, basándose principalmente en sus conocimientos y en su amplia y veloz inteligencia.

Cuando en su trabajo le comunicaron que estaría a su cargo recibir y mostrar al jefe indígena Tanané las ventajas que para su tribu tendría el proyecto de la mina de carbón que se desarrollaría en la península donde Tanané era el jefe espiritual y político de una tribu de nativos que todavía creían en el poder de los dioses de la naturaleza y no conocían nada de los adelantos modernos y mucho menos del sistema de vida americano, Tom sintió un íntima satisfacción pues al fin podría deslumbrar a alguien , al fin encontraría un ser humano a quien podría ganar en estatura, en conocimientos y hasta en habilidades físicas y psicológicas.

Cuando recibió al Jefe Tanané en el aeropuerto , ya Tom tenía pensado un plan de tratamiento en el que estaban incluidas varias presiones y muestras de superioridad sobre todo, cuando ,según las instrucciones recibidas, debía ablandar la resistencia y el caudal de dudas que tenía el Jefe Indio ante las pretensiones de la Compañía que debía adelantar el proyecto que el gobierno del país de Tanané les había adjudicado.

Pero Tom debía ser ante todo, astuto. La presión y el castigo por las renuencias del cacique para aceptar las peticiones de la empresa, jamás debían ser interpretados como tales,ni por los indígenas ni por los funcionarios del gobierno contratante y mucho menos por los de su propia compañía que estaban empeñados en lograr la aceptación de tan importante jefe y de todos sus súbditos cuidando mucho las relaciones laborales que por fuerza debían establecerse entre todos.

El cerebro de Tom había hallado la solución perfecta a lo que él creía sería la obra maestra de su inteligencia, tanto tiempo sub estimada y sólo hasta ahora puesta a pueba por su compañía, la cual al fin, había utilizado el funcionario perfecto para una misión tan delicada.

Sin dudarlo un minuto y con un brillo inusitado en su mirada, Tom condujo al maravillado y asustado Tanané al edificio más alto de la ciudad, lo llevó al helipuerto que tenía la compañía en la azotea del rascacielos y allí, con una sonrisa bobalicona y con cara inexpresiva, lo abandonó en el primer descuido del Jefe Indio quien no salía de su asombro y poco a poco iba sucumbiendo ante el temor de lo desconocido.

El pobre Tanané trató de bajar por lo que dedujo era la única vía de escape hacia un sitio seguro.Se metió al laberinto de escaleras sin fin , estrechas, oscuras e interminables. A medida que bajaba su pánico aumentaba y sólo su valor natural ante el peligro y su inteligencia de hombre primitivo, lo salvaron de la locura paroxística del hombre que se siente perdido e inferior al medio que lo rodea. Como pudo llegó a la planta baja, con su corazón latiendo desbocado, casi desnudo, con frío y sobre todo con una sensación de desamparo e impotencia ante una situación que no sabía cómo manejar. Abajo lo esperaba Tom, rodeado de gentes extrañas que se reían del cacique y de su azoramiento. Tanané, nunca, ni en sus años de aprendiz de guerrero, había sufrido una humillación tan grande y un temor tan profundo. Silenciosamente y disimulando su desconcierto, fué ubicándose en la realidad de su papel y su cerebro, aunque aceptó su momentánea desgracia , juró vengarse.

Algún tiempo después, ya consolidados los propósitos de la compañía, Tom recibió una invitación que gestionó el gobierno huésped de la Compañía ante la cordial invitación hecha por el Jefe Tanané, Gran Cacique y Señor de la Comarca en la que se adelantaba con éxito total la explotación de la más importante mina de carbón del país

Tom embutió su escasa humanidad en un traje de cazador tal como los había visto en las películas que pasaban en la televisión y se embarcó en el avión privado de la compañía que lo trasladó en un vuelo sobre montañas de eternas nieves, a la ardiente región donde estaba ubicada la Mina .

Al día siguiente de su llegada, Tom recibió la visita de Tanané.Nada mostró el rostro de aquel hombre y su mirada bien podía manifestar un olvido o un perdón absoluto del castigo que Tom le había aplicado años atrás.Ambos se acomodaron en un vehículo especial del desierto, con ruedas diseñadas especialmente para andar por regiones duras, inhóspitas, ardientes.Se internaron en la llanura donde sólo de vez en cuando se veía un cactus o un arbusto seco a los ojos de Tom, pero provisto de todas las características orgánicas capaces de salvar la vida de quien se perdiese en el desierto.

Tom no salía de su asombro ,con una mezcla de curiosidad  e incredulidad, devoraba kilómetros y kilómetros de trochas  que formaban un laberinto natural en la ardiente naturaleza..No dudó cuando el intérprete le explicó, antes de partir con Tanané y su gente, que el jefe quería agasajarlo con indias jóvenes y hermosas en la aldea que quedaba retirada de la Mina. Tampoco dudó cuando se bajaron del vehículo con el pretexto de mirar el estado de aire de las llantas traseras y mucho menos pensó que se quedaría para siempre calcinado al sol al no poder encontrar el camino de regreso a la civilización cuando infructuosamente trató de descifrar cuál era la salida de su laberinto al quedarse sólo en medio del desierto.