ESA TIERRA, CAPITAL DEL CIELO
por Freddy Melo Acosta

Te pongo en situación:


Hace mas de seis meses has estado metiéndole la ficha al camello para
coronarte con unas vacaciones en Barranquilla. Vienes por la vía
Bucaramanga-Santa Marta. Ya te has sabido mamar 850 kilómetros soñando
estar ahí, a una cuarta del Puente Pumarejo, disfrutando de eso
indescifrable que tiene Barranquilla: ese sitio donde todo es igual,
pero se siente y se vive de una manera muy diferente. La carretera
esta despejada y te sientes, ahora sí, en perfecta armonía. Traes full
pantaloneta con un aviso multicolor que dice: 'Mango' y una camiseta
blanca con una leyenda que dice: 'En Barranquilla me quedo!'; vienes
sonriendo como hace rato no lo hacías: por todo y a carcajadas.
Completas el frac que llevas con un 'sombrero vueltiao', que te
conseguiste en el anterior viaje, y unas abarcas 'tres puntás' de esas
que te ponías cuando te ibas a 'Las Nieves' a ensayar el desfile de
carnaval con la gente de la cumbiamba del  'Gallo Giro'.

Atrás, en el baúl, traes la hamaca que compraste hace años en 'San
Jacinto' ¿Te Acuerdas?. Quieres colgarla, como el año pasado, en la
chozita que vas a escoger en Salgar, porque quieres hacer realidad esa
imagen idealizada del descanso después del almuerzo:  sobriamente
acomodado en la hamaca, con una pierna recogida y la otra estirada;
con los pies llenos de arena, una tanga de vestido de baño y el
sombrero vueltiao sobre la cara para  dormirte un momento sintiendo
esa brisa fresca que te susurra mansamente mientras disfrutas de la
sombra en medio de 32 grados de calor.

Sientes la brisa que te refresca, con la que has soñado todos estos
meses y aunque aún estas lejos, ya sientes el sabor a mar, a yodo, a
gente alegre, a vida. Vas a toda mierda, porque quieres llegar mas
rápido y disfrutar más a Barranquilla. No tienes miedo, te sientes muy
seguro... hasta te sientes inmortal... No sientes hambre, ni sientes
sueño, ni sed, a pesar que sudas más que cuando te fajaste dos horas
bailando salsa rancia, vieja y de la buena, ahí, al lado del viejo
muelle de Puerto Colombia; el mismo día que te zampaste cipote sierra
frita donde 'La Mona'. 

Por donde pasas , ves, oyes y degustas la algarabía esa que te hacía
falta, la de la gente costeña como tu; la de los vendedores de arepa e
huevo en Luruaco, o los vendedores de boli o bolsitas de agua fría en
Usiacurí o Repelón, la de los mamadores de gallo de la esquina,
achantados en la sombrita, gozando la vida de bacán.

Cada vez te vas acercando más. Cada vez que llegas a un pueblito ves
pelaos como tu eras: con la pata pelá, barrigones por las lombrices y
el cabello mono por el sol.

Por fin, después de tantos recuerdos revueltos y tendidos al sol, para
quitarles el moho, llegas a Ciénaga, Magdalena: el desorden común mas
descomunal del universo. Ya hay gente que parece que te conociera,
porque te dicen 'llavecita' o '¿y qué, primo?' y te dicen que 'esto
vale 1500 barras pero pa ti te la dejo en 1000'. Vuelves a ver las
hormigas 'ají molío', la sombrita de los palitos de matarratón, los
palos de mango atiborrados y el palito de guayaba, las bolitas de
tamarindo y las 'carimañolas de queso' o la botellita de ‘Ron
Compuesto’.

Ahí están, todavía, los palitos de trupillos, las bolsitas de corozo
con sal, el jugo de níspero con leche, los enyucados, el bollo de
mazorca y la lisa seca.

Ves tu gente: gente curtida al sol, sufrida y pobre... pero es gente
feliz! Es gente contenta, alegre, descomplicada y sincera. Es gente de
la buena, de la que ofrece una sonrisa y una frase amiga; de la que te
dice como llegar donde el man de los tamales con picante, o donde
encuentras la venta  del pescao cabrito. Esa es tu gente: es del tipo
de gente que te habla con una familiaridad ancestral, durante horas,
como si te conocieran de siempre.

Viene acercándose frente a ti la 'Ye'. Todos los carros tienen placas
que dicen Barranquilla o Santa Marta o Soledad y todos van contentos.
A un lado de la Ye dice 'Barranquilla' y al otro lado, a la derecha,
la flecha señala 'Santa Marta'. Me acuerdo de los cuentos, de la
familia y me río cuando recuerdo a mis primos 'Los Santamarteros' o a
mi papá 'El culo zungo' por ser de Ciénaga. Giro a la izquierda para
acercarme a mis sueños y cuando paso frente a la Ye, me persigno: Voy
ha pisar dentro de poco suelo currambero.

Geográficamente esa vaina es del Magdalena. Lo dicen los avisos, los
letreros de 'Aguardiente Topacio', los búses de la 'Cootracegua' y las
placas de los carros; pero para todo currambero como yo, después que
pase la Ye y coja la carretera, esa vaina es una prolongación de
Barranquilla.

Miro a mi derecha y veo el Océano Atlántico inmarcesible, el mar, el
Mar Caribe, Caribe como yo. Veo, huelo y siento el yodo, la vida, mi
vida; el azul inmenso, las nubes blancas, tiernas y bajas; la arena
gris con puntos destellantes en las playas y a unos pelícanos es
formación triangular perfecta que surca los cielos buscando tierra
alta. Yo también busco esa tierra bella, buena, única, divina: procera
e inmortal!   Estoy viendo lo que quería ver, escuchando y sintiendo
lo que quería sentir, viviendo todo esto que pensaba que solo estaba
anclado y enraizado en mis recuerdos.

Nadie me lo ha dicho, pero se que el corazón late más a prisa, lo
siento así, lo vivo así y me invade una grandisima emoción. Sonrío
más, acelero más y el sombrero vueltiao comienza a sonar con el
viento. Como cuando rugía el sombrero en esas noches y madrugadas de
brisas de carnaval, cuando salía para la casa a las tres de la mañana,
después de la rumbita en 'La Gustadera' o en 'Bailando te lo diré' o
después de la recocha con 'Oncho' en 'Siete Bocas' o en 'A pleno sol';
o viendo al 'Joe' con Sonia y Armando en el Festival de Orquestas, o
enmaizenado en 'Esperame entre Palmeras'...

Sigo, y sigo, y sigo y por fin se acercan los palitos de Almendra y
los teléfonos públicos de emergencia  y la verdolaga al lado de la
vía, y gozo con los palitos de trupillos y con la visión fantasiosa de
la Ciénaga Grande, y reconozco a Tasajera: la tierra del pescao seco y
vuelvo a ver las pilas de sal de siempre, secándose al sol.

Continuo acelerando mientras disfruto de ese olor denso del aire y de
la cosas, olores y colores de tu tierra, de todo eso que tanto has
añorado, de todo eso que te vuelve un raizal lejano y que tu sabes que
es lo que te da el valor que tienes.

Doy una curva y de pronto aparece frente a mi, la majestuosa visión
con la que había soñado. 'Ese es el edificio Girasol o Portacomidas y
ese de al lado es el Miss Universo', grito, al reconocerlos a
semejante distancia... La vegetación tiene ese verde particular del
Caribe, es baja y apretujada, con los palos de trupillos que siempre
has recordado, con los palos de mango y los almendros, y al fondo,
están las palmeras enanas cercando la playa. Más atrás, como diadema
insinuante, la vista divisa tu mar azul y ese cielo con nubes claras,
raídas y despelotadas dejándose llevar mansamente por la brisa fuerte
y refrescante. El puente aún no se ve...

Sin embargo tu ya sientes tu tierra, esa que se te metió en los
sentidos y el alma, la de las peleas de todos contra todos en
Cevillar, la de los negritos que se creen Juancho la Ver... en San
Pachito, la de los arroyos inconcebibles en San José, la de mi
tristeza inmensa en el Cementerio Calancala, o la de los recuerdos
apacibles y nostálgicos de 'Junior' en los Jardines de la Eternidad,
mientras las brisas se dirigen a Puerto Colombia.

Recuerdo a mi Barranquilla, esa tierra: Capital del Cielo. La que
causa amores y desamores, orgullo y desazón. La que otra gente a veces
no comprende y la mira desde una óptica foránea, pero que para cogerle
el gusto hay que ser de aquí, hay que disfrutar cada una de sus
insignificancias, de todo eso que forma parte de lo bello de
Barranquilla: los partidos de bola e candela los 7 de diciembre con
amanecida incluida y un caldo de pollo levanta muerto a las 2 de la
mañana. La Barranquilla de las peleas a puño y patá como se debe hacer
y no con una de 9 milímetros  como dicen los Hermanos Zuleta. La
Barranquilla de la brisa de Diciembre por los lados de Telecom y las
peladitas pasando y los mancitos mas de una miradita echando. La
Barranquilla a pleno sol de las doce del día por la vía cuarenta y
unos manes rompiendo pavimento  y choreando sudor. La de los partidos
de bola e trapo llevando 'línea' a Las Nieves por ahí por el lado de
'La Gustadera'  con el 'Concierto de Patadas' en Ro Mayor.

Recuerdo a la Barranquilla de ‘Tina’ con su varita sua-sua, para que
le hagan caso (léase de totumo);  la de la alegría con coco y anís,
la del pescao cabrito en el San Andresito o por el Caño de la Ahuyama.
A la Barranquilla de los bareteros de Rebolo o los travoltas de los
Trupillos tirando pases  frente a La Cien;  la del mare mágnum inmenso
de la gente asoleada en el viejo mercado yendo a los Supermercados
Robertico o a los Lasting, los del aviso al revés'. La Barranquilla de
los Pica-Pica, la del 'agáchate y cógelo', la de los bailadores de la
21,  inspirados y en trance con la mejor salsa como 'El Negro y Ray' o
el 'Guaguancó Triste' o muriendo lentamente con un zuletazo como
'Costumbres Perdidas' o un diomedazo como 'La Gotera'. Es mi
Barranquilla de ese folklore nuestro que para entenderlo hay que
vivirlo, hay que sentirlo, y para eso, ‘hay que hacer un curso de
bacán’, como diría Armando Melo, mi papá.  Es la Barranquilla de mi
tía Helena, la ‘Señora de la 7C’, cogiendo toda la Murillo.  La de mis
partidos en el Estadio Moderno, con el campo pelao y lleno de piedras,
arrancándome una costra por hacer una 'Tijera' para parar a 'Chiqui' o
a 'Fifí', los futbolistas mas buenos que haya visto.

Es la de mis melancolías, por ver una final en el Moderno, subiéndose
a las paredillas del lado de Rebolo, para no pagar boletas y ver como
se atravesaban en pleno partido los chivos de Juancho, el celador. La
de mis años de irse a cazar lobitos por el Arroyo de Rebolo, o hacer
un arroz en el viejo Muelle de Puerto a las 10 de la noche 'haciendo
vaca' entre todos, como cuando íbamos al Metropolitano para ver a
JUNIOR, TU PAPA, jugando, mientras el pelaito barrigón jode al papa
pa' que le compre una arropilla o un pirulí de dos colores (verde y
rojo). Es esa Barranquilla de la gorda con el paraco que hace rato no
se peina y que está con los tesos de la tribuna de Corea ... La
Barranquilla que siempre has amado aunque mas de una vez lo hayas
negado.

Ya voy llegando, ya estoy donde quería estar, ya veo las barandas del
puente más largo de mis recuerdos. Ya voy a atravesarlo, ya me
reencuentro con el Río Magdalena, que nunca te pones viejo, sigues
orgulloso bajo el Puente Pumarejo...  Volteo a mirar la unión de río
con el mar, allá a lo lejos, en Bocas de Ceniza y en silencio mi mente
canta al río y al mar, a la tierra de mi corazón; la tierra que me vio
nacer, a la que ahora yo le canto esta linda canción. Es mi
Barranquilla linda. Es la Barranquilla mía, a la que no tengo mas que
ofrecerle que esta linda melodía...


Es ahí, es en ese momento, cuando sientes la tierra de tus entrañas,
la de tus añoranzas, la de tus padres y tus abuelos, la de tus
hermanos y tus difuntos. Ahí es cuando a uno el culo se le hace agua y
se te transfigura la piel... Ahí es cuando sabes para que viniste al
mundo y por que es que quieres vivir. Ahí es cuando sientes que por
lejos que te vayas nunca podrás olvidar a Barranquilla, a esa tierra,
Capital del Cielo.



Dedicado al recuerdo inmenso de Armando Melo Acosta, 'Junior',
Q.E.P.D.,  y a su sueño perenne de construir una casa en una loma con
vista al mar, en Puerto Colombia. Réquiem en paz.



Freddy Melo Acosta        f_melo_acosta@hotmail.com

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