El Cirio (cuento)

Por Atenógenes Blanco Malabet Oct. 1998

 
 

-Abuelo, qué es la Vida?... Preguntó la niña al hombre que la llevaba de la mano con paso lento que mas que cansado, era un pausado movimiento con ritmo de niño, acompasado a la corta estatura de las dos criaturas que lo acompañaban en su paseo matutino. -La Vida, hija mía , es algo que no te puedo explicar fácilmente, pero que si te puedo mostrar. Déjame pedirle permiso a Dios para llevarte a Su Gran Salón , y como estoy seguro que no me lo negará, mañana, en vez de venir al parque, te muestro qué es la Vida. Al día siguiente , las dos niñas estaban listas desde muy temprano. La mayorcita, una linda rubia de unos cinco años, no durmió en toda la noche pensando emocionada que iba a conocer el Gran Salón de Dios, el sitio donde podría ver la vida y que su abuelo, por ser tan amigo de Dios, le iba a mostrar en todo su esplendor. Salieron sin decir para donde irían, pero la cara de complicidad de los tres no dejó duda alguna , en la madre, de que alguna pilatuna tramaban esos tres seres que a medida que pasaban los días se compenetraban en un inmenso amor y en un entendimiento propio de las almas que se acercan en el tiempo y sin distancias . Llegaron al Gran Salón , donde unas gigantescas puertas se abrieron silenciosamente cuando el abuelo mostró una tarjeta de identificación, con ribetes dorados, sin escrito alguno, solo con su huella digital, en forma de alma, que brillaba a la luz del sol que alumbraba tenue la entrada al recinto. Adentro, una inmensa luminosidad ,producida por miles de cirios encendidos, se hacia danzante por los millones de reflejos que se producían por el vaivén de las llamas que se alzaban hacia el cielo del Salón, dando al enorme conjunto una belleza indescriptible que miraban las niñas con los ojos bien abiertos y agradablemente encandilados apreciando, aún en su inocencia, la magnitud del Gran Salón de Dios. -Aquí, hijas mías, está la Vida- - Y...Cómo, abuelo???... -Cada uno de esos cirios representa una existencia. Una Vida. Pertenece a un ser humano , hay unos grandes y sin esperma a su alrededor. Esos son lo de los niños, como Uds. ,que acaban de aparecer en el escenario de la Vida. Este por ejemplo, es el tuyo ; mira cuan grande es , éste, todavía un poco mas grande, es el de tu hermanita y es así, porque ella nació después que tú. Hay otros, menos grandes pero todavía altos y fuertes. Son los de los jóvenes , ya , algunos empiezan a dejar caer gotas de esperma a su lado, son las experiencias que van adquiriendo, que , una tras otra, se van acumulando a su alrededor, dándole fuerza al cirio y ocupando el espacio que Dios le dio a cada uno de ellos para que ocupen el Gran Salón. Hay otros que ya no tiene llama, a pesar de que están altos y fuertes. Son los que se apagaron antes del tiempo en que debían consumirse por si solos y solo Dios, sabe porqué sucede así. Simplemente se apagan y ahí quedan , tal vez Dios los vuelve a encender , tal vez no. -También puedes ver otros que están pequeñitos, llenos de esperma a su alrededor. Esos son los de los viejitos. Los que están a punto de acabarse porque ya consumieron toda su altura. Fueron grandes como el tuyo y brillaron con su llama durante mucho tiempo, todavía brillan, aún con mas fuerza, pero ya no tienen mas cera y cuando ésta se apague, se apagarán como todos los demás cuando les llegue el momento. La niñas no salían de su asombro. Apretaban, cada una, la mano respectiva de su abuelo y a pesar de la monotonía visual del Gran Salón, la belleza del mismo las tenia prácticamente hipnotizadas. Sin embargo, una de ellas, la mas viva y locuaz, se quedó de pronto mirando un cirio que tenia mucha esperma y que casi no se apreciaba en el conjunto. Solo su llama se movía ondulante mostrando el centro del cirio que ya prácticamente no tenia forma ni altura. - Y ese, abuelo, que es tan lindo por lo pequeño y brillante ,¿de quién será? Y el abuelo, mirándola amorosamente , le contestó: - Ese, hijita,... es el mío.